Una carta de Rigobertu Menchu, Premio Nobel de la Paz 1992, Al señor D. George W. Bush
From Rigobertu Menchu, winner of the 1992 Nobel Peace Prize (in Spanish)
PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA
Washington, D.C. - E.U.A.
Excelentísimo señor presidente:
Deseo, en primer lugar, reiterar a Ud. la solidaridad y condolencia que
exprese a todo su pueblo el martes 11 pasado, luego de conocer los
dolorosos sucesos ocurridos en su país, así como compartir mi
indignación y condena a las amenazas que entrañan esos actos de
terrorismo.
En los últimos días he estado pendiente de la evolución de los
acontecimientos, empeñando mis mejores oficios en que la respuesta a
dichos sucesos sea la reflexión, no la obcecación; la cordura, no la
ira; la búsqueda de justicia, no la revancha. He invocado la
conciencia de los pueblos del mundo, a los medios de comunicación, a
las personalidades eminentes con las que comparto un compromiso ético
con la paz, a los jefes de Estado y los lideres de los organismos
internacionales, para que la cordura ilumine nuestros actos.
Sin embargo, señor presidente, al escuchar anoche el mensaje que
dirigió al Congreso de su país, no he podido reprimir una sensación de
temor por lo que puede desprenderse de sus palabras.
Llama Ud. a su pueblo a prepararse para "una larga campana como no
hemos visto ninguna otra jamas", y a sus militares a salvar su
orgullo, marchando a una guerra de la que pretende hacernos parte a
todos los pueblos del mundo.
A nombre del progreso, el pluralismo, la tolerancia y la libertad,
usted no deja ninguna opción a quienes no contamos con la dicha de
compartir la sensación de libertad y los frutos de la civilización que
desea Ud. defender para su pueblo, y a quienes nunca tuvimos simpatía
alguna con el terrorismo ya que fuimos sus víctimas. Quienes somos
expresiones orgullosas de otras civilizaciones; quienes vivimos día a
dia con la esperanza de convertir la discriminación y el despojo en
reconocimiento y respeto; quienes llevamos en el alma el dolor del
genocidio perpetrado en contra de nuestros pueblos; quienes, en fin,
estamos hartos de poner los muertos en guerras ajenas, no podemos
compartir la arrogancia de su infalibilidad ni el camino unívoco al
que Ud. desea empujarnos cuando afirma que "Todas las naciones en todas
las regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o
están con los terroristas".
Al empezar este anio, invito a los hombres y mujeres del planeta a
compartir un Codigo de Etica para un Milenio de Paz reclamando que:
No habrá Paz si no hay Justicia
No habrá Justicia si no hay Equidad
No habrá Equidad si no hay Desarrollo
No habrá Desarrollo si no hay Democracia
No habrá Democracia si no hay respeto por la Identidad y la
Dignidad de los Pueblos y las Culturas
En el mundo de hoy, todos estos son valores y practicas muy escasas,
sin embargo, la desigual manera en que están distribuidos no hace mas
que alimentar la impotencia, la desesperanza y el odio. El papel de su
país en el actual orden mundial esta lejos de ser neutral. Anoche
esperábamos un mensaje sensato, reflexivo y autocrítico pero lo que
escuchamos fue una amenaza inaceptable. Comparto con Ud. que "el
curso de este conflicto no se conoce", pero cuando sentencia que "su
resultado es cierto", la única certeza que me invade es la de un
nuevo y gigantesco sacrificio inútil, la de una nueva mentira colosal.
Antes de que de Ud. la voz de "fuego", me gustaría invitarlo a pensar
en > un liderazgo mundial diferente, en el que no necesite vencer sino
convencer; en el que la especie humana pueda demostrar que en los
últimos mil anos hemos superado el sentido de "ojo por ojo" que tenga
la justicia para los bárbaros que sumieron a la humanidad en el
oscurantismo medieval; en el que no hagan falta nuevas cruzadas para
aprender a respetar a quienes tienen una idea distinta de Dios y la
obra de su creación; en el que compartamos solidariamente los frutos
del progreso, cuidemos mejor los recursos que aun quedan en el planeta
y a ningún niño le falte un pan y una escuela.
Con la esperanza en un hilo, lo saluda atentamente
Rigoberta Menchu Tum
Premio Nobel de la Paz
Embajadora de Buena Voluntad de la Cultura de Paz